De otros tiempos debe predicarse la representación del Derecho en la Literatura con mayor realidad que en la moderna. Tal evidencia de constata sin gran dificultad en las creaciones literarias del Siglo de Oro español y europeo. Lo jurídico impregnaba fuertemente las tramas teatrales, la novela y la poesía de entonces. Y de tal modo se embebía de él que esa evidencia me suscita, por comparación a la actual, alguna posible reflexión. Hoy la Literatura se aleja del Derecho porque éste, gran medida, se aparta de la vida. En otras épocas, el Derecho formaba parte intrínseca de la experiencia vital de los hombres ciertamente más de lo que hoy integra nuestros anhelos y rutinas. Y de ese distanciamiento con la experiencia jurídica dan testimonio los géneros literarios actuales. Así, pues, la Literatura es tanto un registro del Derecho de otro tiempo, como fedataria de su abandono, si no huida, más contemporánea. Siempre inmediata a la Vida, hoy la Literatura no se interesa por el Derecho; porque éste, que siempre fue exudación de la vida social, es ahora el sudario que la amortaja. Incluso en su función utópica -la Literatura como contigua a la Vida, pero también alternativa a ella- es cada vez menos frecuente hallar imaginaciones jurídicas, otros mundos de ficción desde los que otro Derecho excite la construcción social del porvenir.
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