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Alejandro Nieto, para testimoniar

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Alejandro Nieto
Testimonios de un jurista (1930-2017)
Madrid: INAP/Global Law Press S.L., 2017. 446 pp.
ISBN: 978-8494741500

Más que de unas memorias personales se trata, como dice el título del libro, del testimonio sincero de un jurista sobre lo que a lo largo de su vida ha podido observar en la formidable transformación de España y en particular de sus instituciones políticas y legales de los últimos ochenta años. 
El interés de estos testimonios, sin embargo, excede con mucho de ese espacio y tiempo concretos, lo que no es poco. Y ello porque, entre otras cosas, cuestiona a la postre -de la mano de una inteligente crítica- la “explicación oficial” que en la tradición del Derecho europeo-continental (civil law), a raíz de la Revolución francesa, se da del funcionamiento de los tres poderes del Estado y del papel que a cada uno corresponde. Esta obra representa en ese sentido una relevante aportación, alejada de todo “folclore” dogmático, con un enfoque que entronca con el denominado realismo jurídico, aunque, una vez más, el autor lo hace a su manera, con su característica libertad intelectual.

Capítulo I. Introducción
Capítulo II. De una universidad a otra
Capítulo III. De un estado a otro
Capítulo IV. Dentro y fuera de las administraciones públicas
Capítulo V. Administración de justicia
Capítulo VI. El derecho
Capítulo VII. Enseñando y practicando el derecho administrativo
Capítulo VIII. Caída del imperio de la ley y de su paradigma
Capítulo IX. Despida
Concilio sobre el realismo jurídico

Alejandro Nieto es Catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid.

 

XX-XX



Alejandro Nieto acumula entre sus cualidades una de no pequeña estimación: escribe el español con extraordinaria corrección, lo que en un jurista es práctica cada día más en desuso. Además, sus trabajos jurídicos -por encima de la especialidad que ha cultivado con admirable exquisitez- cautivan por la lucidez crítica que transmiten. Le leí por primera vez en El derecho y el revés. Diálogo epistolar sobre leyes, abogados y jueces (Barcelona: Ariel, 1998), donde tenía por corresponsal a Tomás Ramón Fernández. En ese cruce postal encontré -o así me pareció- una evocación al ‘crucigrama jurídico-interpretativo’, que había sido objeto de mi libro Comunidad jurídica y experiencia intertextual. Un modelo de juego intertextual para el Derecho (Barcelona: Ariel, 1992). Hallar esa referencia me produjo -creo que lo comprenderán- bienestar e turbación a iguales partes. Descubrirme, aun sin mención específica, leído por un maestro me hacía sentir afortunado, pero también intranquilo. Algo más adelante me descubrí citado, ya con obra y nombre propio, en El arbitrio judicial, (Barcelona: Ariel, 2000), y sentí gratitud. Recibir esa mención rendía para mí enorme dicha, particularmente porque los colegas de mi propia disciplina -ocupados a tiempo completo en fundamentar la fundamentación de los derechos fundamentales- la habían frecuentado bien poco. A pesar de ello, Comunidad jurídica y experiencia intertextual agotó su edición en no más de dos años.
En la Balada de la justicia y la ley (Madrid: Trotta, 2002) regresé a leerle, y a cultivarme en su inteligencia crítica nunca reñida con el buen juicio. No trato aquí de enumerar otras muchas que ('simplemente') he consultado.
Su Mendizabal. Apogeo y crisis del progresismo civil. Historia política de las Cortes constituyentes de 1836-1837 (Barcelona: Ariel, 2011) ha sido el último de sus libros que ha estado frente a mis ojos y permanecido por dilatado plazo.

 


La elección de ese capítulo fundamental -en el sentido más genuino del término- de nuestra historia constitucional decimonónica como gozne entre lo que fue 1812 y lo que no llegó a ser la de 1869, me ha aportado más al conocimiento de la de 1978 que la montaña de papel -mucho de él timbrado- que ésta llega escrita en sus 40 años, y muy posiblemente más que la cordillera que ya se levanta para su conmemoración.
Yo que Vds. no perdería la ocasión; de hecho, como digo, yo no la he desaprovechado. Lo haré igualmente con estos Testimonios, que ya están en camino a mi librería habitual. Es mi forma de testimoniar.
Si atienden mi consejo, lo agradecerán.

J.C.G.

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